Monasterio de Veruela

9 Jul 2014 Jennifer García Sin Comentarios

Desde Zaragoza hay que tomar la carretera N-232 en dirección a Logroño, parte de la cual es autovía, a lo largo de 24 kilómetros hasta la localidad de Figueruelas. Antes de llegar a Mallén será preciso desviarse por la carretera N-122 que, en dirección a Soria, llega a Borja y Bulbuente. Seis kilómetros más adelante, camino de Tarazona, sale a mano izquierda la carretera local que conduce a Vera de Moncayo y al monasterio.

A los pies de los bosques que cubren la cara Norte de la sierra del Moncayo se encuentra el monasterio cisterciense de Veruela, lugar que inspiró la creatividad legendaria y el romanticismo de Gustavo Adolfo Bécquer. Distante a poco más de un kilómetro de la localidad de Vera de Moncayo, mantiene todavía la esencia de los tranquilos parajes del Moncayo. Fundado en el año1145 por parte de Pedro de Atarés.

Una vez allí conviene realizar un sosegado recorrido por el interior del recinto. Para tal fin habrá que rebasar primeramente la muralla exterior a través de un portal de arco apuntado, rematado por un torreón octogonal al que se le añadieron algunos detalles platerescos en el siglo XVI. Un paseo delimitado por árboles centenarios junto al patio de honor y el palacio abacial, en una de cuyas celdas estuvo alojado Bécquer en el año 1864. El paseo arbolado lleva frente a la entrada de la iglesia, de portada románica, y a mano derecha, a los jardines que antiguamente fueron los huertos de los monjes. De aquí salían los alimentos y viandas que en el transcurso de la Edad Media recibían los peregrinos y caminantes que utilizaron el monasterio como un alto en el camino.

Pero volviendo al recinto monástico, no se debe olvidar la visita al claustro, y los contiguos espacios del refectorio, la sala capitular, el «scriptorium» o la sacristía. El claustro es también un punto de acceso a la iglesia y las capillas de San Bernardo. Durante los últimos años, a raíz del abandono de los monjes jesuitas en el año 1973 y de la gestión de Veruela por parte de la Diputación Provincial de Zaragoza, el monasterio cisterciense se ha convertido en algo más que un centro de arte e historia.

No se debe marchar el viajero sin visitar el cercano Parque Natural de la Sierra de Moncayo, que guarda en su interior una rica gama de ambientes naturales: desde los matorrales mediterráneos a los pastizales subalpinos, sin olvidar las praderas, los bosques de pino silvestre y negro, los robledales y los oscuros hayedos que en otoño, confieren un atractivo cromatismo a la faz más septentrional de la sierra de Moncayo.

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