Las Playas Occidentales de Huelva

24 Oct 2014 Jennifer García Sin Comentarios

Desde Huelva, directamente por la N-341, o bien por un breve trecho de la autopista que lleva a Punta Umbría y, a la altura de Corrales, hay que desviarse por la carretera autonómica A-492 hasta enlazar ocho kilómetros después con la N-431 hacia Cartaya.

A partir de las marismas del río Piedras, la ruta por las playas occidentales onubense se extiende desde Cartaya y El Rompido hasta Lepe, Isla Cristina y Ayamonte, para asomarse finalmente a las aguas del Guadiana, ya en la frontera portuguesa.

Es ésta una ruta por parajes naturales de importante valor ecológico, habitado por diversas aves migratorias y otras que una vez lo fueron y, vista la bondad del clima, se quedaron aquí para siempre. Estas tierras están jalonadas por localidades de gran riqueza agrícola, por notables conjuntos monumentales y el encanto de unas playas en las que se dejan notar las sacudidas de los tibios oleajes atlánticos.

Vinculada a la cuenca del río Piedras, para llegar a Cartaya hay que atravesar un océano de pinares y explotaciones forestales intensivas en las que fresas y naranjos demuestran la fertilidad de estas tierras. Los restos arqueológicos aquí hallados y las resonancias fenicias de los topónimos ilustran el intenso pasado de Cartaya.

Se conservan muy bien los restos de una fortaleza del siglo XV, además de otros testimonios de esa etapa de la historia como la iglesia de San Pedro, de los siglos XIII al XVI, la ermita de la Consolación (XVI-XVII) y las Casas Consistoriales, edificio del XVIII de claros aires andaluces..

El paraje protegido de las marismas del río Piedras y Flecha de El Rompido, en las proximidades de la laguna de El Portil, constituye un brillante preámbulo a las hermosas y soleadas playas de la zona. Una vez hecho un alto en la pequeña población marinera de El Rompido, dotada con puerto pesquero y varios puertos deportivos, sobre la ría del Piedras, así como en los faros que se han convertido en emblema de la playa de El Rompido, no hay que dejar de recalar en El Portil y Nuevo Portil, áreas residenciales desde cuyas bases naúticas se puede llegar en barco a la playa virgen de la Flecha de El Rompido.

A unos siete kilómetros de Cartaya por la N-431 aparece Lepe, una próspera población de gran riqueza agrícola y con unas playas de una belleza que no todo el mundo conoce. En Lepe destaca la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, del siglo XIV, con una hermosa imagen de la Virgen de la Bella, patrona de la localidad Santo Domingo es una edificación modélica en la que se contienen las constantes que definen el estilo mudéjar andaluz. Otros monumentos de enorme valor, son la capilla de San Cristóbal con una interesante cúpula del XIII y un ajimez situado en la fachada de la Casa de la Cultura, y la torre vigía del siglo XVI, ya en la costa.

Desde las playas de La Antilla, Islantilla y La Redondela, esta parte del litoral resulta fácilmente accesible por las carreteras locales que parten de la N-431 en dirección a Ayamonte.

Isla cristina, que recibió su nombre en honor de la regente María Cristina de Habsburgo, paraje de marismas que goza de protección ecológica, vive de la pesca, de la agricultura y del turismo de temporada. Entre estas playas hay que hacer especial mención a las de El Hoyo, la Central, la de Punta del Caimán o la del Moral. Para gozar de vistas excepcionales, nada como visitar el muelle pesquero de Isla Cristina, desde el que se divisa la ría del Carreras, o el paraje de El Cantil, en la desembocadura de ésta.

Guardiana de las aguas del Guadiana, abierta al mar por sus playas y con su paisaje asomado al fronterizo territorio portugués, Ayamonte, la llamada «Puerte de España», posee un rico patrimonio artístico que se beneficia de un entorno natural inusitadamente bello. Las iglesias del Salvador y de San Francisco, ambas de inconfundible estilo mudéjar, conviven aquí con el barroco andaluz de la Merced, Nuestra Señora de las Angustias, la Casa Grande o el Palacio del marqués de Ayamonte. Y en la Punta del Moral, población marinera a siete kilómetros de la ciudad, se conservan un mausoleo y una torre almenara, ambos de origen romano, que confirman el intenso y cargado pasado de la zona.

Abundan por aquí los paisajes plenos de luz y colorido, como las marismas de Isla Canela, habitadas por una variada avifauna que añade todavía más atractivos a una zona del litoral onubense a la que, en rigor, habría que referirse como paraíso al alcance de cualquiera.

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