La Cimbarra

1 Ago 2014 Jennifer García Sin Comentarios

Desde Jaén se coge la N-323 hasta el cruce con la N-IV; una vez allí se sigue por la N-IV en dirección a La Carolina. Justo antes del desfiladero de Despeñaperros al llegar a Santa Elena se coge la J-6120 hasta Aldeaquemada. También se puede acceder por la carretera que va desde la autovía a Andalucía hacia Aldeaquemada.

Por estos contornos nace Sierra Morena. Y no lo podía hacer de mejor forma. Aldeaquemada, un pequeño municipio de apenas setecientos habitantes, alberga uno de los más atractivos caprichos de la Naturaleza que posee la provincia de Jaén: La Cimbarra, un salto de agua de cincuenta metros de altura que despeña el caudal del río Guarrizas hasta una profunda laguna abrigada por una sólida pared rocosa. La cascada está rodeada por un paisaje quebrado de accidentada configuración y apariencia irrefrenable, donde la pizarra ha creado sugerentes estructuras pétreas. El encajonamiento del Guarrizas, que en árabe significa río estrecho y angosto, parece romper en dos la tierra.

Se accede a este paraje natural por un cómodo sendero que nace de la carretera de entrada a Aldeaquemada. La vereda discurre paralela al río Guarrizas. El paisaje se torna más abrupto al coronar una loma que sirve de mirador de pequeños valles y altos cerros. Un camino pedregoso conduce hasta la parte más baja del recinto natural. Pero lo más seductor es dejarse guiar por los itinerarios que llevan hasta la otra punta de la cascada. Una senda protegida por vallas de madera asciende hasta una montaña rocosa. Es allí donde el visitante encuentra de frente La Cimbarra y donde escucha con toda nitidez en época de lluvias el rumor del agua.

Por debajo de la Cimbarra están Las Cimbarrillas, un comjunto de pequeños saltos de agua que conducen a pendientes más sosegadas. Las aguas del río Guarrizas reposarán finalmente en la presa de La Fernandina, en el término de La Carolina, antes de pasar a ser un afluente más del Guadalquivir. Encinas, alcornoques, pinos y quejigos arropan La Cimbarra. Por debajo de ellos crece un sotobosque mediterráneo de jaras, lentiscos, madroños y hierbas aromáticas. Este capital herbario es la mejor morada para ciervos y jabalíes, pero también para zorros, linces, ginetas y meloncillos.

La Cimbarra está enclavada a cuatro kilómetros de Aldeaquemada. La carretera que asciende de la autovía de Andalucía con dirección a la población deja a un lado el Collado de los Jardines, un antiguo santuario ibérico, o el Abrigo de los Muñecos, una oquedad donde se admiran pinturas rupestres esquemáticas de estilo levantino, que el pasado año fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad.

El pueblo parece estar más inspirado en la arquitectura manchega que en la jiennense. Pero tampoco sería justo obviar su carácter andaluz. Hoy la población sigue atesorando la más pura y fiel arquitectura colonial con la que fue levantada. El ayuntamiento que ocupa el emplazamiento del antiguo pósito, o la iglesia de la Inmaculada.

Hay que variar esa actitud que ha hecho de Despeñaperros tan sólo un lugar de paso. Este Parque Natural, el más pequeño de Andalucía con tan sólo 7.717 hectáreas, impresiona por su singular orografía, pero también por su riqueza botánica y faunística. Puerta de entrada y salida a Andalucía, Despeñaperros rompe la meseta y da paso al valle del Guadalquivir. La historia lo ha mimado y así también los viajeros del XIX que exaltaron sus encantos geológicos y las caprichosas formas adoptadas con el tiempo. El desfiladero rompe en dos el Parque: en su profundidad discurre el río Despeñaperros, que ha labrado la pizarra, que en determinadas cotas asciende por encima de los mil metros.

Los Órganos, por ejemplo, dan fe de la originalidad de este paraje. Sólidos tubos de cuarcita asemejan ser instrumentos eclesiásticos que arañan el cielo. el Salto del Fraile, en un margen de la autovía que baja de Madrid a Sevilla, es un precipicio en el que la leyenda sitúa la caída de un monje de la orden carmelita. Valdeazores y Las Correderas son otros dos parajes de gran riqueza vegetal en el interior de este espacio natural protegido.

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