Frutas, colores y sabores del turismo rural

Puede que muchos viajeros no acaben todavía de reparar en ello, pero las frutas, sus usos y su cultura van ganando un espacio entre quienes gustan de practicar el turismo rural. No cabe duda, que las diferentes especies y variedades de frutas son claros exponentes de la identidad de cada territorio y uno de sus más anhelados productos.

No podemos negar que quienes acuden habitualmente a las ofertas de casas rurales buscan mayoritariamente los placeres de la mesa relacionados con el vino, con las chacinas, los embutidos, los quesos, los pescados, las hortalizas, los mariscos o las carnes estrechamente vinculadas a la gastronomía tradicional. No obstante, el gusto por la dieta mediterránea y por las formas de alimentación más saludables nos han hecho volver la mirada al inagotable universo de colores y sabores que las frutas pintan en nuestros campos, montes y valles.

Por ejemplo, el Valle del Jerte tiene en sus cerezos uno de los principales atractivos que hacen que los visitantes acudan a las casas rurales de Cáceres.

Por otra parte, desde hace un tiempo, el llamado citroturismo nos brinda la posibilidad de conocer las rutas de los cítricos, las naranjas, los limones, las mandarinas, etc., por los campos y las casas rurales de Valencia y el Levante español, hasta el extremo que ya resulta posible encontrar ofertas de rutas y tratamientos de spa basados en las frutas cítricas.

También está ganando su espacio la apreciada Manzana Reineta del Bierzo, un manjar con Denominación de Origen y poder para atraer a gourmets y a curiosos interesados por la cultura de una fruta que se cultiva junto a las casas rurales de León desde los tiempos de la colonización romana. Y son solo algunos ejemplos, entre cientos posibles.

Es obvio que el turismo rural puede ir más allá del senderismo y los mesones más o menos rústicos, ya que nuestras tierras y pueblos atesoran el patrimonio de una cultura milenaria que tiene mucho que ver con el campo y con sus frutos más preciados.