Desintoxicación digital: desconectar de verdad

19 Ago 2012 Beatriz Rodríguez 1 Comentario

Tranquilos, que no cunda el pánico. No queremos que internet desaparezca. Nuestra manera de viajar ha cambiado gracias a su inclusión en nuestras vidas: consultamos precios, planificamos recorridos, hacemos reservas, ¡y lo compartimos! Y, aunque se seguiría viajando sin este avance, como se ha hecho ‘toda la vida’, las posibilidades aumentan exponencialmente y además simplifica y facilita las cosas.

Pero, seamos sinceros, ¿cuántos de nosotros hemos utilizado la expresión de irnos unos días para ‘desconectar’? Y, ahora viene la buena, ¿cuántos de nosotros hemos desconectado de verdad? Mientras algunos comprueban que el lugar elegido tenga Wi-Fi gratis, otros miran de reojo hacia una nueva tendencia que está ganando adeptos: los ‘agujeros negros tecnológicos’.

Aunque lo de ‘agujeros negros’ suena un poco catastrofista, más de uno encontrará en esos sitios su pequeña porción del paraíso: un espacio en el que su móvil no vibrará constantemente por las diferentes notificaciones recibidas a través de Gmail, WhatsApp, Hotmail, BlackBerry Messenger, Facebook, Talk, Twitter y un largo etcétera, que cada vez es más largo.

Hace más de medio año, en el artículo ‘The joy of quiet’, el periodista de The New York Times, Pico Iyer, se detenía a reflexionar sobre la idea de que ante “más formas de conectarnos, más desesperados estamos por desconectar”.

Desintoxicación digital: desconectar de verdad

Términos como paquetes unplugged o desintoxicación digital beben de esta filosofía: habitaciones sin televisor o sin internet, establecimientos sin ondas electromagnéticas, rincones aislados, espacios en los que disfrutar de la paz y la tranquilidad.

Si, como dice Iyer, “la revolución de la información llegó sin un manual de instrucciones”, quizás debamos buscarnos nuestras propias normas. El periodista menciona algunos aspectos tratados en ‘The shallows: what the Internet is doing to our brains’, obra de Nicholas Carr sobre cómo internet está cambiando nuestra forma de pensar. Según Carr, después de pasar un tiempo en un tranquilo entorno rural, los sujetos “presentan una mayor atención, mayor memoria y la cognición en general mejora”.

Desde luego, parecen  buenos argumentos para olvidarse del móvil y dejar que la naturaleza nos envuelva, ¿no crees?

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