Cuadernos de viaje para inmortalizar tus recuerdos

15 Jul 2013 Jennifer García Sin Comentarios

“Partimos viernes tres días de agosto de 1492 de la barra de Saltés, a las ocho horas”. Así comienza uno de los cuadernos de viajes más importantes de la historia. El que empezaba Cristóbal Colón el mismo día que emprendía junto a noventa hombres, su camino rumbo a uno de los descubrimientos más importantes del siglo XV. Su diario de bitácora ha permitido que siglos después, pudiésemos conocer las dificultades, anécdotas, descubrimientos… que hicieron de este viaje, un momento memorable en la historia mundial.

Torre de Augusta

Cádiz tuvo la ocasión de atestiguar la partida de una marcha histórica. Es una ciudad privilegiada que ahora y siempre te ha brindado la oportunidad de volver a ese lugar desde el cual partieron tres embarcaciones que cambiarían el porvenir de la humanidad.

Pero volviendo al tema con el que comenzamos, ¿existen ahora los cuadernos de viaje? Como muchas cosas, han sido desplazados por las nuevas tecnologías. Las cámaras de fotos son, en parte, responsables de esta desaparición. Ellas retratan fielmente la realidad y nos ahorran tiempo en nuestros viajes. Además, la cámara suele ser un objeto que no falta en el equipaje, y de no estar presente, no hay problema, para eso está el móvil, que ya la trae incorporada y siempre nos acompaña.

Pero siempre hay una excepción que confirma la regla. Frente a la rapidez y comodidad de las fotografías, los cuadernos de viaje requieren mucho más tiempo y dedicación, pero aún así todavía hay quienes los prefieren para tener un recuerdo más real y nítido de su viaje. Sus creadores pasan horas frente a un monumento, un paisaje y lo plasman en un dibujo. Esbozo que además tiene una fuerte carga emocional, pues es prácticamente imposible desprenderse de los sentimientos a la hora de pintar.

Estos cuadernos de viajes son auténticas obras de arte que nos permiten contemplar la misma realidad que en las fotografías, pero desde una perspectiva diferente, más cercana. El tiempo empleado y el empeño dedicado dan grandes resultados, que acompañarán a la eternidad. Y es que los cuadernos de viajes no sólo plasman dibujos, sino que también los acompañan anotaciones que hacen los recuerdos más auténticos, más nítidos.

Boli y bloc o cámara y cargador. Dos maneras de viajar en la que la segunda se ha ido imponiendo sobre la primera. Por economía o ahorro de tiempo, la tecnología va teniendo cada vez más relevancia en nuestras vidas. Las cámaras nos ayudan a tener unos recuerdos más similares a la realidad, pero el viajar con este objeto en la mano nos roba la atención. En muchas ocasiones vemos la realidad a través del objetivo y no nos paramos a contemplar de lleno aquello que tenemos delante. Así, lo único que conseguimos es tener que acudir a las fotografías para recordar, pues el tiempo que perdimos tomándolas, nos faltó para prestar atención a ese paisaje, ese monumento, ese lugar con encanto que teníamos delante y no supimos aprovechar en el preciso momento.

De igual forma el papel, frente a las imágenes digitales, tiene muchas más posibilidades de perdurar en el tiempo. ¿Por qué? Porque de las cientos y cientos de fotografías que tenemos en la cámara, tan sólo unas pocas llegan a convertirse en una realidad física y no pixelada. Y esto, contando que llegamos a tenerlas en el ordenador. Porque antes de que estén en él pueden surgir algunos problemas que nos lo impidan: me roban el móvil, se estropea, pierdo la cámara… Sin embargo el papel siempre estará con nosotros. Así nos aseguramos que pase el tiempo que pase, el recuerdo físico lo tendremos.

Un consejo: intenta plantearte unas vacaciones diferentes. Escribe un diario en el que anotes todo lo que haces a lo largo del día e intenta inmortalizar con papel y boli aquello que te llama la atención, que te enamora, que te conquista. ¿Cómo recuerdas tus vacaciones? ¿Te atreves a elaborar tu propio cuaderno de viajes? Aunque si utilizas el avión no lo guardes en la maleta que viaje en bodega, podrías no volverlo a ver, pero esto es otro cantar, … y otro “post”.

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