Candelario y su Sierra

18 Dic 2014 Jennifer García Sin Comentarios

Desde Salamanca por la N-360 hasta Béjar, desde donde parte la desviación hacia Candelario.

Acercarse hasta Candelario es un placer en cualquier época del año. Indiferente al bullicio de la ciudad, este pequeño pueblo montañero acoge con gusto al turista y le ofrece lo mejor de sí mismo. Siempre hay un detalle que mostrar al visitante y tiempo para la charla reposada al pie de las abundantes fuentes que jalonan la villa. En cada calle, un concierto de aguas rumorosas acompaña en su descenso la visita y recuerdan la ubicación de esta localidad, verdadera meca gastronómica gracias al clima serrano, que convierte en manjares os productos chacineros, curados en los sobrados y desvanes de las antiguas casonas.

Candelario

Fuente: pegatina1

Asentado en medio de la sierra de Béjar, el pequeño Candelario es un entrañable rincón donde perderse. Rodeado de pastizales y arbolado de castaños, alisos y robles, en un entorno natural envidiable, el pueblo está volcado al turismo. Su origen se debe a unos pastores asturianos que llegaron hasta aquí durante la trashumancia. No obstante, es a partir de la época romana cuando Candelario toma cuerpo como asentamiento estable. Según se cuenta, el general Viriato tuvo por estos pagos un cuartel militar conocido como Lusonia; pero la historia otorga a los candelarienses varios motivos más para el orgullo. Este pueblo, junto a los de la comarca de Béjar, intervino en la victoriosa batalla de Las Navas de Tolosa. El enclave serrano de Candelario ha permanecido ajeno a las grandes disputas y su urbanismo destaca por lo bien que ha conservado su arquitectura popular. Todo el casco urbano está asentado en una ladera y sus calles principales siguen las líneas de máxima pendiente, mientras que las calles laterales se adaptan a las curvas del nivel. Un grandísimo Ayuntamiento y la iglesia parroquial de la Asunción, del siglo XVI, completan el conjunto. Sus originales y bien conservadas casas, llamadas «choriceras» por estar diseñadas para las labores de la matanza, y la adaptación al clima de montaña le han valido su declaración como Conjunto Histórico-Artístico en 1975. La mayor parte de su trazado y caserío data de los años 1700 a 1920, la época de mayor esplendor de la localidad. El característico estilo constructivo utiliza el granito como piedra base, encalado en los muros, visto en dinteles, jambas y umbrales de sillería. Realizadas en madera de castaño, como el resto de la carpintería de la casa, reciben el nombre de «batipuertas» y servían como burladero para el sacrificio del ganado.

Son casas amplias de tres plantas con funciones bien diferenciadas. Destacan sus grandes aleros y las fachadas secundarias. La fachada muestra balcones aislados con barandillas de hierro forjado.

El pintoresco Candelario se encuentra en el centro de lo que será el Parque Natural de la sierra de Béjar, que englobará dentro de sus límites las últimas cimas de importancia del Sistema Central en su sector occidental. La máxima altitud de la sierra es La Ceja, con 2.425 metros, pero es el Calvitero el pico mas conocido y visitado por los montañeros y senderistas. Para coronarlo se ha de tomar la carretera que partiendo de Candelario, lleva hasta la Plataforma y el Travieso. Aquí se inicia el camino a pie por un senero balizado que, tras alcanzar la cima, se dirige hacia las lagunas glaciares del Trampal.

Uno de los enclaves mágicos del parque es la dehesa de Candelario, a la que se llega por la carretera de La Garganta. Nada más abandonar el pueblo se descubre el típico paisaje serrano, que intercala, pastizales de montaña con zonas arboladas. En los claros de las parcelas se alzan los tradicionales ameales, montones de paja organizados en torno a un alto mástil de madera y limitados por una valla de piedra circular.

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Publicado en Rutas y Escapadas

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