Una casa rural " de verdad ", perfectamente en armonía con el entorno. Los propietarios son muy agradables y cuidan de todo aspecto, tanto logístico como humano. En todas las habitaciones se disfruta de un silencio maravilloso, descansar es no solo posible si no " inevitable ", los suelos de madera son cálidos y invitan a ir descalzos. Perfecta la cocina, muy bien equipada, y hay en el comedor una gran mesa, para los niños hasta una sala de juegos que se puede utilizar también como secadero. La opinión general es excelente, aconsejo vivamente Cal Martí tanto va familias como a grupos de amigos.