Estaba la calefacción estropeada; se nos realojó con niños pequeños en un albergue de peregrinos, que de haberlo sabido me habría vuelto a casa. Y el sábado arreglaron la calefacción a las 14:30h, pero después olía a gasoil toda la casa que hasta los niños tenían dolor de cabeza. Lo peor es que no supimos lo de la calefacción hasta que yo llamé por teléfono; nadie nos dijo que la iban a arreglar ni cuándo, y toda esta incertidumbre con niños pequeños que no entendían porqué nos quedábamos allí pasando frío primero y oliendo mal después. Espero no volver nunca a ese pueblo. Hay que decir que la casa, aunque los platos estaban sucios, la casa es muy bonita.