Hemos pasado un fin de semana con varios amigos y querría dejar constancia de algunas cosas para que puedan servir de utilidad a quienes quieran alquilar la casa.
La piscina, el principal reclamo de esta casa, cumple las expectativas: es grande y está muy bien de temperatura. Estábamos a 6 grados fuera y la sensación dentro era estupenda.
La barbacoa también está bien, aunque es sencilla. El dueño, Rafael, te deja además pastillas de encendido, carbón y ramas para que puedas montar la primera barbacoa. Consejo: si quieres hacer más de una, lleva más carbón.
Eso sí, no sé si es cosa del pueblo o sólo de la casa, pero la infestación de gatos es tal que no podíamos poner la barbacoa y entrar 2 minutos en casa sin tener 3 o 4 michis paseándose a sus anchas sobre la comida. Invasión completa.
Y hasta aquí lo bueno.
Antes de entrar a la casa, una pequeña aclaración: aunque sea un alojamiento rural, no esperes un bonita casita de piedra: es un chalet adosado en una urbanización. Y me habría encantado tener al fotógrafo que ha sacado las fotos del interior de la casa en mi noche de bodas, porque lo hace parecer todo mucho más grande. Las dimensiones no son lo que parecen.
En la ficha pone que tiene chimenea, y no mienten. El problema es que, nada más llegar, Rafael ya te advierte de que no puedes usarla. Así que es un buen elemento decorativo y ya. Ni sueñes con una romántica velada al calor del fuego.
Sobre las habitaciones lo de que tiene cuatro es un decir; realmente hay tres. La cuarta es el descansillo del piso superior cerrado con cortinas. Cabe destacar que esa “habitación” cuenta además con un velux, cuya cortina no puede abrir porque está sujeta con chinchetas. Sí, chinchetas.
Las habitaciones, la cocina comedor y un baño son las únicas instalaciones de obra de la casa. El salón con sofás (que apesta a tabaco) y dos de los baños son porches acristalados añadidos a la casa, lo que afecta a su aislamiento. Por cierto, los baños están todos en la planta de abajo, aunque 3 de las habitaciones estén arriba. Bajar por esas escaleras a la noche es un deporte de riesgo… Y para llegar al 3º baño hay que pasar por el segundo.
Sobre las duchas (hay dos) debes tener en cuenta que sólo tienen dos temperaturas: hielo glaciar y lava de Cumbre Vieja. No hay término medio. Algo falla con esa caldera, porque con la calefacción pasaba lo mismo: del 0 al 3 no funciona apenas, del 4 al 5 asas un pollo. Y el último día ni siquiera funcionaba bien.
Las camas que nos tocaron a nosotros era unas individuales con somier de muelles que no se las recomiendo ni a mi peor enemigo, pero no sé si el resto eran tan malas. Si buscas pasar unas noches locas, es el lugar adecuado, porque al segundo día sin dormir ya estarás como un cencerro.
El resto de cosas, normalitas. La cocina no cuenta con horno, así que olvida la sesión de pizza y peli. El lavavajillas y la lavadora están oxidados y reparados con cinta adhesiva. El lavavajillas, a pesar de que colocamos la goma suelta tal y como nos indicó el dueño (?), perdía bastante agua. Quizá, con lo que cobran el fin de semana, ya habrán comprado unos electrodomésticos nuevos. O no.
En general hemos encontrado bastantes detalles que podrían tener pase en un alojamiento económico, pero que sorprenden en una casa de este precio. Desde electrodomésticos rotos, suciedad, instalación eléctrica resuelta con cinta americana, camas malas, calefacción deficiente... Hemos ido bastante veces de casa rural y en esta ocasión la relación calidad-precio era mala. Sólo compensa la piscina, y ya.
El trato de Rafael fue bueno (los 10 minutos que coincidimos), aunque tras la visita casi parecía que buscaba una excusa para retener la fianza. Al final esa parte se resolvió sin problemas (dejamos la casa bien recogida), pero es cierto que nos dejó un regusto desagradable.
La piscina, el principal reclamo de esta casa, cumple las expectativas: es grande y está muy bien de temperatura. Estábamos a 6 grados fuera y la sensación dentro era estupenda.
La barbacoa también está bien, aunque es sencilla. El dueño, Rafael, te deja además pastillas de encendido, carbón y ramas para que puedas montar la primera barbacoa. Consejo: si quieres hacer más de una, lleva más carbón.
Eso sí, no sé si es cosa del pueblo o sólo de la casa, pero la infestación de gatos es tal que no podíamos poner la barbacoa y entrar 2 minutos en casa sin tener 3 o 4 michis paseándose a sus anchas sobre la comida. Invasión completa.
Y hasta aquí lo bueno.
Antes de entrar a la casa, una pequeña aclaración: aunque sea un alojamiento rural, no esperes un bonita casita de piedra: es un chalet adosado en una urbanización. Y me habría encantado tener al fotógrafo que ha sacado las fotos del interior de la casa en mi noche de bodas, porque lo hace parecer todo mucho más grande. Las dimensiones no son lo que parecen.
En la ficha pone que tiene chimenea, y no mienten. El problema es que, nada más llegar, Rafael ya te advierte de que no puedes usarla. Así que es un buen elemento decorativo y ya. Ni sueñes con una romántica velada al calor del fuego.
Sobre las habitaciones lo de que tiene cuatro es un decir; realmente hay tres. La cuarta es el descansillo del piso superior cerrado con cortinas. Cabe destacar que esa “habitación” cuenta además con un velux, cuya cortina no puede abrir porque está sujeta con chinchetas. Sí, chinchetas.
Las habitaciones, la cocina comedor y un baño son las únicas instalaciones de obra de la casa. El salón con sofás (que apesta a tabaco) y dos de los baños son porches acristalados añadidos a la casa, lo que afecta a su aislamiento. Por cierto, los baños están todos en la planta de abajo, aunque 3 de las habitaciones estén arriba. Bajar por esas escaleras a la noche es un deporte de riesgo… Y para llegar al 3º baño hay que pasar por el segundo.
Sobre las duchas (hay dos) debes tener en cuenta que sólo tienen dos temperaturas: hielo glaciar y lava de Cumbre Vieja. No hay término medio. Algo falla con esa caldera, porque con la calefacción pasaba lo mismo: del 0 al 3 no funciona apenas, del 4 al 5 asas un pollo. Y el último día ni siquiera funcionaba bien.
Las camas que nos tocaron a nosotros era unas individuales con somier de muelles que no se las recomiendo ni a mi peor enemigo, pero no sé si el resto eran tan malas. Si buscas pasar unas noches locas, es el lugar adecuado, porque al segundo día sin dormir ya estarás como un cencerro.
El resto de cosas, normalitas. La cocina no cuenta con horno, así que olvida la sesión de pizza y peli. El lavavajillas y la lavadora están oxidados y reparados con cinta adhesiva. El lavavajillas, a pesar de que colocamos la goma suelta tal y como nos indicó el dueño (?), perdía bastante agua. Quizá, con lo que cobran el fin de semana, ya habrán comprado unos electrodomésticos nuevos. O no.
En general hemos encontrado bastantes detalles que podrían tener pase en un alojamiento económico, pero que sorprenden en una casa de este precio. Desde electrodomésticos rotos, suciedad, instalación eléctrica resuelta con cinta americana, camas malas, calefacción deficiente... Hemos ido bastante veces de casa rural y en esta ocasión la relación calidad-precio era mala. Sólo compensa la piscina, y ya.
El trato de Rafael fue bueno (los 10 minutos que coincidimos), aunque tras la visita casi parecía que buscaba una excusa para retener la fianza. Al final esa parte se resolvió sin problemas (dejamos la casa bien recogida), pero es cierto que nos dejó un regusto desagradable.
No volveremos, pero quizá tú tengas más suerte.