Qué ver en Pozondon
Este pequeño pueblo Aragonés, se encuentra enclavado en la parte norte de esa maravillosa Sierra de Albarracín (Teruel), caracterizada por sus verdes parajes en algunos casos todavía libres de la cruel mano del hombre. A esta lugar de nuestra variopinta España, se puede acceder por carretera desde cualquier parte del continente debido la buena conservación de las mismas.
Pozondón parte el camino entre Santa Eulalia del Campo y Bronchales. Se sitúa al pie de la sierra de Albarracín, en las estribaciones de la de Menera y la de Almohaja, a 1497 metros de altitud sobre el nivel del mar, según datos facilitados por los servicios de Vías y Obras de la Diputación Provincial de Teruel. Hago esta aclaración, porque otras fuentes señalan 1407 metros, 90 menos. El pueblo está en alto, pero sobre llanura. Populares son los llanos de Pozondón, que llegan casi hasta los límites con la provincia de Guadalajara.
Destacan los tejados rojos de las casas, con muros de buena mampostería y fachadas encaladas en buen número de casos. El primitivo núcleo urbano se apiña en torno a la iglesia y al Ayuntamiento. A buen seguro que en el pasado tuvo una fortaleza presidiendo el caserío, y aún queda en pie, para atestiguarlo un torreón al que los vecinos dan el nombre de " El Burro", aunque luego no saben dar la razón de este bautismo, porque hay encontradas versiones. La Casa Consistorial sigue la tónica de otros tantos pueblos turolenses, con lonja de dos arcos. Lego, rejerías en los vanos, característica que se da en otros muchos edificios del pueblo. La tradición del hierro forjado permanece viva.
A juzgar por la torre almenada que destaca en el centro del casco urbano, uno piensa más en la presencia de un castillo que en la iglesia parroquial. Pero, se trata evidentemente, de la torre campanario, que se halla adosada a los pies del edificio. Con toda seguridad, su origen fue otro. El templo está dedicado a Santa Catalina y tiene planta basilical, con cabecera plana y cimborrio octogonal. Su fábrica es del siglo XVI, pero a fines del XVIII fue ampliado en la cabecera. Conserva retablos de los siglos XVII y XVIII. El más antiguo, según señala Santiago Sebastián, es el de Santa Ana, ya que fue pintado por Jerónimo Moya y estaba terminado en 1592. De esa época es el dedicado a la Virgen del Rosario. La cruz parroquial data igualmente del siglo XVI.
Además de la parroquial, están las ermitas de la Virgen de los Ángeles y la de San Roque, ambas con retablos manieristas, y la dedicada a San Abdón y San Senén, los Santos de Piedra, patronos del pueblo.
