La Riba

Qué ver en La Riba

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Foto: Gallicant

Municipio del Alt Camp situado al sector norte occidental de la comarca, al límite con la Conca de Barberà. El término municipal, de 8,06 Km², está muy accidentado, sin ninguna extensión llana considerable, pero sí con pendientes muy abruptas, incluso dentro de la misma villa. El territorio de la Riba se escalona al valle del río Francolí, justo después del Estrecho de la Riba, entre las montañas de Prades y la sierra de miramar.

Las cotas más altas son el altozano de Marc, perteneciente a la sierra de Prades, con 722 mts. de altitud, con pendientes fortísimas, y paredes verticales, que se descuelgan sobre el valle del Francolí. Curiosamente, hay que destacar que la extensión llana más considerable de todo el territorio de la Riba se encuentra en la cima del altozano de Marc.

El término es rico en aguas, existen numerosas fuentes, aproximadamente 78, las más famosas son la "Font Gran, la Font Grossa y la Font del Mas". Está atravesado por el río más importante del campo de Tarragona y la Conca de Barberà: El Francolí, así como su principal afluente, el Brugent, ambos confluyen en este lugar.

El pueblo con una altura media sobre el nivel del mar de 253 m. presenta un desnivel de aproximadamente 110m. entre las casas de Cap de Riba y las situadas cerca del río. Debido a esta singular configuración el pueblo de la Riba, ha merecido el renombre de "El Belén de todo el año".




El principal medio de vida de los habitantes de la Riba es la industria papelera. Los primeros vestigios industriales de esta zona datan del s. XVIII, la primera industria moderna fue instalada por Ignacio Carbó, y a partir de aquél momento se fueron multiplicando en la orilla del Brugent y también del Francolí. Las industrias actuales son: Papelera de la Riba, S.A; Gomá-Camps, S.A; Sca Hygiene Papel España, S.L; Mora y Gomá, S.A, y Matías Gomá Tomás, S.A.
La mayoría de la población activa trabaja en la industria y el paro es prácticamente desconocido.

La agricultura es poco representativa, ya que debido a la configuración accidentada del territorio, el 82% de la superficie es incultivable. Las escasas hectáreas que se cultivan son principalmente de secano, predominando los olivos y los almendros. El regadío (16 ha. aprox.) se localiza al lado del río. Las explotaciones forestales que hasta ahora constituían una fuente complementaria de riqueza, a causa de los incendios, han disminuido considerablemente. En otros tiempos en este terreno abrupto y rocoso se construyeron terrazas para aprovechar el máximo de terreno para el cultivo.

Estos bancales fueron construidos principalmente entre los siglos XVIII y XIX con piedra seca.


Por los alrededores de la cueva de les Gralles y la cueva de Cartanyà, se han hecho hallazgos de la época paleolítica y neolítica, que indican que ya había población en este lugar. A la partida La Cansaladeta actualmente se están llevando a cabo unas excavaciones arqueológicas (1999). Estos restos tienen una antigüedad aproximada de 200.000 años.

También se han descubierto lápidas con inscripciones romanas, que indican que por este territorio pasaba la villa Aurelia, que comunicaba las comarcas pre litorales con las Planes de Lleida.

No se conoce documentación que haga referencia a la repoblación, ni a la donación del lugar de la Riba, esto hace pensar que probablemente durante los siglos XII y XIII, no fue objeto de ninguna donación global por parte del conde rey del solar barcelonés, pero sí que se tienen noticias de la concesión de prerrogativas a diferentes señores.

En primer lugar nos consta la donación de un molino que Ramon Berenguer IV, hizo el 13 de julio de 1159, a Guillem de Vilagrassa y a su mujer Puculula.



Agustín Altisent habló también de otros molinos de la Riba, documentados entre el 1159 y los primeros años del s. XIII.

En el año 1177 el rey Alfonso el Cast hizo cesión venta de los castillos de Montblanc y la Riba a favor de Guerau de Jorba, Saurina, su mujer y Guillem de Alcarrás, su hijo, quedando pero, en poder Real la mitad de sus derechos y rentas.

La situación económica de Guerau de Jorba y Saurina pasó por momentos angustiosos, circunstancia que les obligó a empeñar, en el año 1187, Montblanc y la Riba, al rey. Antes de este empeño los Jorba, dejaron en testamento la villa de la Riba a su nieta Gueraua, casada con Guillem de Cardona.

A finales del siglo XII constan como señores del lugar, Guillem de Cardona, la reina Sanza, vídua del rey Alfonso, y el arzobispo de Tarragona.

Por diferentes documentos de ventas y donaciones, sabemos que durante el s. XIII y comienzos del XIV, tuvieron derechos sobre la Riba, las familias Beliana, Clariana, Cervelló y Vilanova.

En el año 1324, Jaime II, creó el condado de Prades, para su hijo Ramon Berenguer, la Riba fue una de las villas que quedaron incorporadas, pero con la autorización Real, Ramon Berenguer, la vendió pocos días después a varios ciudadanos de Barcelona. El Contado de Prades, recuperó la posesión de la villa, años más tarde.

El impuesto del hogar de 1553, indica un total de 9 hogares en la Riba. En el siglo XVIII, hay un espectacular crecimiento demográfico debido a la expansión general de la agricultura y sobre todo un fuerte empujón a la industria papelera. Este incremento de población se mantiene durante los siglos posteriores y hasta el momento.

Los personajes ilustres del pueblo han sido: el religioso Fra Ignasi Carbó, el cardenal Isidre Gomà i Tomàs; el profesor biblista Isidre Gomà i Civit, y el geógrafo Josep Iglésies i Fort, entre otros.

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