Si remontamos el curso del río Ebro desde su desembocadura, nos encontraremos con la villa de Amposta, que merece una visita por su patrimonio artístico.
Es capital de la comarca de Montsiá, dedicada al comercio y la agricultura.
Lo que más llama la atención al llegar a la localidad es la visión de su soberbio puente colgante, contruído entre los años 1915 y 1919.
Si tenéis algún tiempo, podéis también visitar las ruínas de un castillo del siglo XIII y la Iglesia de la Assumpció, de finales del siglo XVIII.
Los puentes colgantes no solo unen dos espacios a ambos lados de un río, también crean imágenes espectaculares y ya míticas de muchos pueblos. Atravesar estas infraestructuras es a veces todo un logro para quienes sufren de vértigo.
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