En la falda meridional de un empinado cerro se asienta este pequeño pueblo, donde se encuentran las famosas salinas cuya explotación estuvo protegida y monopolizada por los reyes desde la Edad Media; en el s. XVIII Carlos III decretó su modernización, construyendo una serie de instalaciones que aún se conservan y son un ejemplo único de arquitectura industrial de la época. La iglesia es del s. XVI, de estilo renacentista segontino, con interesantes elementos de raíz plateresca. Procedente de esta iglesia se conserva, en el Museo Diocesano de Sigüenza, una tabla de Virgen con Niño del s. XVI.