Qué ver en Algar De Mesa
Algar es el último pueblo de la provincia de Guadalajara en el valle del Mesa; río abajo enclavado en el valle junto a los municipios de Mochales y Villel.
Su nombre de origen árabe significa cueva; pero Algar guarda una belleza exquisita en todo su entorno, roquedales inmensos escoltan al río Mesa, que se arropa con arboledas densas regalando al visitante paisajes únicos e inolvidables.
Historicamente perteneció desde la reconquista al territorio aforado del Señorío de Molina.En 1299, los revoltosos Funes, de procedencia navarra, se adueñaron de buena parte de pueblos y castillos en la frontera de Aragón, y entre ellos todos los del río Mesa.Algar quedó bajo el señorío directo de Don Gonzalo de Funes, y de él pasó a su descendencia, que durante siglos se tituló propietaria de tierras, títulos y castillos, sirviendo unas veces al reino de Castilla y otras al de Aragón, pues lo estratégico del valle en pleno camino de comunicación de ambos estados le hizo muy disputado en las reyertas medievales.En un intervalo del siglo XV, Algar perteneció a los Mendoza de Molina, y en 1476 Don Iñigo López de Mendoza, señor de Mochales, vendió Algar a Don Miguel Gotir, señor de Calmarza.
En 1680, sus señores recibieron el título de marqueses de Villel, y luego unieron sus apellidos de Funes a los de Azagra y Andrade, pasando finalmente al patrimonio de los marqueses de Almenara.
Algar de Mesa es un pueblo en cuesta, de extraño asentamiento sobre la margen izquierda del río; sus casas han tenido que adaptarsee a las peculiaridades del terreno, es un pueblo escalonado al que las autoridades y los vecinos han convertido en un auténtico vergel, en un ejemplo a imitar de limpieza y de comodidad, de buen gusto y de orden, siempre en inteligente consonancia con el paisaje, que es con mucho su principal y más fiel aliado.Como accidentes a destacar, aparte del río que en su término se despide para entrar en tierras zaragozanas por Calmarza, están las elevaciones de la Muela, de la Horca y de la Cabezuela, y más abajo otro punto interesante de atención debido a la espectacularidad de sus altísimas peñas: el Recuenco.
Destacar la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, la cual sobresale por encima del resto de los edificios; es pequeña consta de una sola nave y data del año 1574; en lo que fue su primitivo presbiterio han habilitado una capilla lateral.
Río abajo, está la ermita patronal de la Virgen de los Albares, formada por una sola nave, cuidada con celo; las gruesas paredes y la escasez de ventanales de la ermita, la convierten en un oratorio recogido y oscuro, muy fresco en verano.
Los encantos de Algar son muchos, el agua y las piedras los más significativos.En el silencio de sus noches, las gentes del lugar tienen por costumbre entregarse al descanso con el soniquete rumoroso del agua de las cascadas, un privilegio, al fin, que lo caracteriza y lo torna en inimitable.
