La delgada torre de rojizo ladrillo, tan apreciada por la hermana cigüeña, es el eje del casco urbano, que tiene forma estrellada, con las calles confluyendo en torno a la parroquia de la Encarnación, el corazón espiritual de El Viso, pueblo que cada julio, por Santa Ana, emula a Pamplona con sus encierros de vaquillas, qne siembran las calles de carreras, emoción y sobresaltos.
El Viso surgió probablemente a mediados del siglo XIV, y fue conocido hasta mediados del XV por Casas de Don Adame. Perteneció al señorío y condado de Santa Eufemia, del que llegó a ser la población más próspera.
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