Como toda catedral, la de Santander es un edificio emblemático, ligado a la historia de la ciudad, y eje principal de su vida religiosa. Su aspecto exterior no es equiparable al de otras catedrales góticas españolas, debido a que este conjunto, construido en su mayor parte durante el siglo XIV, ha sufrido numerosas modificaciones con el paso de los siglos; y sobre todo, a raíz del incendio de 1941, que obligó a una profunda reconstrucción.