Trebujena

Qué ver en Trebujena

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Foto: juandie_620

Situado en el extremo noroccidental de la provincia, presenta un paisaje que va desde la campiña a la marisma. La primera, con tierras dedicadas a la agricultura, y la segunda, muy cerca de la desembocadura de Guadalquivir, presenta un paisaje muy poco alterado y de una rara belleza. De esta zona destaca el Codo de la Esparraguera, incluido en el Parque Natural del Entorno de Doñana. Pertenece a la provincia de Cádiz y al partido judicial de Sanlúcar de Barrameda, formando parte de la Mancomunidad de Municipios del Bajo Guadalquivir. La extensión de Trebujena es de 67,4 Km2, y alcanza los 7.033 habitantes.

La Villa de Trebujena, se asienta sobre onduladas lomas blancas de tierras albarizas sobre las que los trebujeneros, desde la propia fundación del municipio, vienen plantando sus viñedos que le dan una tonalidad verde a los alrededores de la localidad y siendo el único refugio que tiene la primavera en la época estival, ya que en plenos rigores calurosos de Agosto sigue campaneando el color verde de las viñas. Septiembre llenará los lagares de las bodegas y se hará vino que por Noviembre, saborearemos y presumiremos de que este año nuestro mosto está mejor que el del año pasado.

La configuración geográfica de Trebujena entraña, por un lado las típicas lomas o colinas que atraviesan este entorno en una considerable extensión y por otro los terrenos de marismas que bordean Trebujena por su extremo Norte y Noroeste y que se hayan definidos por el paso del río Guadalquivir. Este río constituye en su discurrir por el término municipal una división natural al Noroeste de la provincia de Cádiz con las de Sevilla y Huelva. Su paso por la zona corresponde a la menor altitud de esta, por lo tanto son varios los arroyos que corren a encontrarse con las aguas de este río. Los principales que vierten sus aguas son el de Las Palomas, el Rematacaudales y el Caño de Martín Ruíz. Junto al Guadalquivir se han desarrollado las marismas, que alcanzan una extensión considerable en el término municipal. Enclavada en las marismas hay una extensión denominada Codo de la Esparraguera que está catalogada como zona del Entorno del Parque Natural de Doñana, en la que son muchas las aves acuáticas que nidifican en primavera al ser una zona húmeda por la inundación del terreno con las crecidas del Guadalquivir.

Los yacimientos arqueológicos encontrados en esta zona atestiguan asentamientos humanos desde época prehistórica. En los alrededores se desarrolló la civilización tartessia, que establecieron relaciones comerciales con las colonias fenicias situadas en las costas mediterráneas.

La romanización fue muy intensa. De este período histórico procede su nombre, que cabe atribuirlo a una derivación del nombre personal Trebucius. A orillas del Guadalquivir, los romanos fundaron el Portus Tarbissana para facilitar la distribución de los productos agrícolas -cereales, aceite de oliva y vid, fundamentalmente- de estas fértiles tierras.

Los musulmanes, que ocuparían el lugar durante cinco siglos, la llamarían Trabuxena. La conquista cristiana se llevó a cabo en el siglo XIII por Fernando III y la repoblación por su hijo Alfonso X. El siglo XIX se caracterizará por las continuas revueltas de jornaleros luchando contra el abuso de los propietarios de las tierras. En el 1872, en una de estas revueltas campesinas, se quemaría su archivo municipal. Hoy, sus tierras albarizas gozan de una acreditada fama por sus cultivos de vides.

Podemos conocer la villa empezando por la Plaza de España, en la cual está ubicado el Ayuntamiento, encontraremos también la Parroquia de la Purísima Concepción, que, tal como la conocemos hoy, es obra del siglo XVII. De aquí pasamos a la Ermita de Ntra. Señora de Palomares, patrona de la localidad.

Ya fuera del casco urbano de la población y frente al Instituto de Bachillerato encontramos las ruinas de un antiguo molino de viento, donde se molía el grano, y del cual sólo queda la estructura, compuesta por un cilindro de estuco donde se puede adivinar el lugar en el que estaban colocadas las aspas.

Si continuamos por la carretera que nos conduce al río, a 4,5 kilómetros de la población tenemos el cortijo de Alventus, antiguo donadío de los Duques de Medina Sidonia durante la repoblación que se realizó en el siglo XVIII. Este cortijo se utiliza actualmente para la cría, tienta y venta de reses bravas.

Ya continuando hasta el río nos encontramos con un paisaje variopinto. En Primer lugar, si miramos hacia atrás, grandes extensiones de viñedos sobre las lomas de albarizas, repartidas en pequeñas parcelas de los viticultores trebujeneros (no hay grandes propietarios), donde se cultiva la uva que, una vez transformada dará lugar al mosto que hace famosa a Trebujena.

A medida que nos acercamos al río, el paisaje se va transformando en una inmensa llanura de marismas, hasta que nuestra vista alcanza por fin toda la inmensidad del Guadalquivir y contemplamos algún que otro buque que sube hacia Sevilla o baja hacia Bonanza en Sanlúcar de Barrameda.

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