Qué ver en L' Hospitalet De Llobregat

La ciudad de Hospitalet tiene 12,5 kilómetros cuadrados, está situada en la plana litoral y pertenece a la comarca catalana del Barcelonés, entre los municipios de Barcelona, Esplugues, Cornellá y el Prat, y en el margen izquierdo del río Llobregat. Su estratégica situación en el área metropolitana de Barcelona, en la confluencia de una importante red de comunicaciones por carretera, cerca del aeropuerto y del puerto de Barcelona, hacen de Hospitalet un municipio atractivo para la actividad económica.

La ciudad cuenta con una importante zona industrial de 3,2 km cuadrados distribuidos en tres polígonos: Pedrosa, Granvia Sud y Carretera del Mig. Hospitalet tiene censadas un total de 14.207 actividades económicas (censo Impuesto sobre Actividades Económicas), la mayor parte dedicadas al sector servicios. En su término municipal se encuentran el recinto ferial Montjuïc 2-Hospitalet, propiedad de Fira de Barcelona y en proceso de ampliación, y el Centro de Actividades La Farga.

El lugar de Bellvitge aparece por primera vez en un documento de compraventa datado en el año 995 con el nombre de Canal de Amalvígia, nombre femenino de raíces godas. En otro documento del año 1057, el lugar se denomina Malvitge, nombre interpretado popularmente como "mal viaje" y transformado, por oposición, en el actual Bellvitge. La primera referencia de la antigua capilla aparece en documentos del año 1279 a pesar de que en las excavaciones de la década de los 80 se encontraron indicios de que la capilla fue construida seguramente en la época románica, a finales del siglo XI o principios del XII. Las continuas riadas del río Llobregat fueron enterrando la iglesia románica y en 1718 fue edificada la actual ermita 4 ó 5 metros por encima de los cimientos antiguos. La fachada, de típico perfil barroco, tiene un portal con dintel adovelado. La casa, adosada a la esquina sur, fue sustituida por un porche en la restauración de 1959.

El actual edificio central del Ayuntamiento fue construido entre los años 1894 y 1895 a raíz de la donación testamentaria de uno de los más importantes prohombres de la ciudad, el periodista, empresario y filántropo Rossend Arús i Arderiu. El arquitecto que proyectó el edificio fue Francesc Mariné, la obra sólo duró 8 meses y costó 80.000 pesetas. Su estilo arquitectónico sigue el esquema de los edificios municipales del siglo XIX, basado en el neoclásico.