Monasterio de la Encarnación

El convento fundado en 1579 bajo la advocación de Santa María de la Encarnación se trasladó en 1513 a unos terrenos situados a las afueras de la ciudad, sobre el antiguo cementerio judío. El nuevo convento se inauguró, sin haber concluido las obras, el 4 de Abril de 1515, mientras Santa Teresa era bautizada en la iglesia de San Juan. El edificio quedó configurado con cuatro naves de dos plantas cerrando un patio central con claustro de dos plantas. La construcción fue muy humilde: paredes exteriores de tabiquería, muros de adobe, techos de pino y pisos de baldosa: la obra principal fue solamente el cascarón, ocupándose cada monja de costear su propia celda.
La celda que ocupó la madre Teresa fue destinada a finales del XVI a oratorio, realizándose dos siglos más tarde una capilla. Es también en el siglo XVIII cuando se reforma la iglesia.
En este convento ingresó Teresa en 1535 para ejercer una ejemplar vida religiosa. Aquí fue monja durante 27 años, preparó la reforma de la orden y de aquí partió para fundar su primera obra de la reforma, el convento de San José de Ávila. Volvió tres años como priora y recibió a personajes de la talla de San Juan de la Cruz (que ejerció aquí cinco años de confesor), San Pedro de Alcántara o San Francisco de Borja.
Es interesante recrearse en las huellas de la Santa en el lugar y revivir con asombrosa precisión episodios de su obra "Camino de Perfección", por cada estancia como el Locutorio de La Santísima Trinidad, el Comulgatorio, la Biblioteca, la Capilla de la Transverberación o su propia celda. Fue el lugar donde tuvo más experiencias místicas. Este marco tan sencillo como fascinante abstrae a peregrinos y visitantes.