Cuando llegamos a Llucmayor, por cualquiera de las vías que conducen al pueblo, en la parte norte, rompe el horizonte una pequeña cadena de montañas: el puig de Galdent, el de les Bruixes y el de l´Escolà, y seguidamente se alza el macizo de Randa con sus tres ermitas: Randa, Cura y Gràcia, a una altura mediana sobre del nivel del mar de unos 500 m.
Bajo una peña de grandes dimensiones, obra de la geología, encontramos la ermita de Nuestra Señora de Gràcia, cuyo origen se remonta al siglo XV, cuando unos ermitaños se retiraron al refugio de la Penya Falconera, como se conocía dicha ermita hasta principios del siglo XVI, en que adopto el nombre actual.
Algunos investigadores han insinuado que bajo esta peña se podría haber refugiado Ramon Llull en su vida contemplativa, cuando se retiró al macizo de Randa.
Desde esta altura, se divisa todo el extenso término de Llucmajor y el de Palma, Porreres, Campos y Santanyí, desde la bahía de Palma hasta el cabo Salines, y desde la montaña hasta el mar.
El terreno declina suavemente y aparece como una alfombra verde con un variado cromatismo hasta la blanca cenefa de espuma de las olas de la Mediterránea, y en la lejanía, recortado el horizonte y sobre el mar azul, emerge la isla de Cabrera.
Un maravilloso paisaje, un trozo de Mallorca que vale la pena contemplar.