En 1613, bajo el reinado de Felipe III, llegó a España Juan de Otonel desde la República de Génova para instalarse en Cuenca, junto a la ribera del río Huécar, para construir un molino de fabricar papel fino. Junto con él vinieron otras treinta personas, muchas de ellas de su misma familia, conocedoras del oficio, para ayudarle en semejante aventura. En el término de Palomera construyeron un molino, una capilla, un horno y varias casas con las que pudieron organizar sus vidas. Tal es la historia del nacimiento de un asentamiento industrial que, a la postre, recibió el nombre de Molinos de Papel.