Hace muchos años que conocemos a Julio, y a Cristina del bar Quintanal (hay que ir a comer), y hacía también algunos años que no sabíamos de ellos. Julio andaba a vueltas con la reforma de lo que hoy es el Llerau. Tras esos años hemos comprobado que ha hecho una maravilla dentro de un paisaje de ensueño. Su dedicación para que todo esté a tu gusto y su disponibilidad a explicarte cómo disfrutar de excursiones, o cómo ascender al Tiatordos (senda marcada por él), no tiene precio. Volveremos muuuchas veces.
Un abrazo y mil gracias, Julio
Un abrazo y mil gracias, Julio