Hemos tenido el privilegio de alojarnos en Can Caranta, y espero que no sea la última vez. Nos hemos sentido muy a gusto. La casa es preciosa, decorada con un gusto exquisito; es muy amplia pero te sientes como en casa. Está llena de detalles, tanto dentro como fuera... porque el jardín tampoco tiene desperdicio, con su porche para hacer barbacoas y una piscina cuyas luces se permiten el lujo de cambiar de color. En serio, hacía tiempo que no disfrutaba de una casa de verdad!